El tema de la piratería en el mundo literario es bastante complejo a la hora de ponerle el cascabel, porque nadie quiere ni mirar al gato. Ahora, lo que sí tengo claro es que hay dos opiniones encontradas: los que están a favor de la piratería y los que están en contra y calculo que ronda el 50% en cada bando. Aquí no hay medias tintas.
Si hablamos de piratería de medicamentos, alimentos, prótesis o piezas de tecnología hay bastante más personas que están en contra de ella, pero si nos referimos a la de las descargas de libros, música y películas y marcas de lujo (cosmética, ropa, colonia, joyas) ya la ética se nos va por el desagüe. Todo porque pensamos que eso en realidad no hace daño a nadie e incluso que hasta favorece al creador de esos productos o marcas.
Pero vamos a ir por partes tratando de analizar el fenómeno desde el principio para que entendamos las causas y sus consecuencias:
La piratería de libros digitales se inició en el mismo momento en el que aparecieron los primeros ebooks. Las razones por las que hay personas y organizaciones que piratean libros es clara: ganar dinero. El procedimiento era y es sencillo. Los piratas consiguen los libros comprándolos, descargándolos de otra página pirata o llegando a acuerdos con algunos trabajadores de las propias editoriales (sí, los piratas pueden trabajar en editoriales). Después los suben a servidores propios o ajenos. Estos piratas ganan dinero por los anuncios que aparecen en pantalla mientras el usuario final descarga el libro; los anunciantes son quienes sustentan el negocio del pirateo.
Las razones por las que los lectores justifican la descarga ilegal de libros son varias. La más manida es la de que los libros son caros. Y, en ocasiones, no les falta razón. Las editoriales han sido reticentes al libro digital. Para disuadir de su compra utilizaron la estrategia de establecer precios elevados, pensando que los lectores, ante el dilema de libro en papel o libro digital, iban a comprar la versión en papel. Como consecuencia del uso de esta estrategia aparecieron efectos no esperados. Los lectores que querían leer en digital y no pagar un precio alto por ello, apostaron por comprar libros de autopublicados, que tenían y tienen, en general, un precio barato. Por eso se produjo el auge de la autopublicación en España de hace unos años. En ese momento, llegar a la lista de los más vendidos en digital era relativamente fácil para un autor independiente. Fue entonces cuando surgieron autores como Eva García Sáenz de Urturi con «La saga de los longevos» o Eloy Moreno con «El bolígrafo de gel verde». Otra de las consecuencias fue que, ante lo abusivo de adquirir libros digitales, algunos vieron su oportunidad de negocio. Y así se generó y desarrolló con fuerza la piratería de libros.
¿Es todo culpa de la estrategia fallida de las editoriales? No, desde luego que no. Los lectores están dispuestos a realizar una inversión de más de cien euros en el dispositivo digital pero no en gastar entre cinco y diez euros que puede costar el libro. En realidad, esta indolencia y falta de respeto por el trabajo del escritor y de la editorial, los lectores la justifican minimizando el impacto de sus acciones. Es decir, creen que no están haciendo daño a nadie.
En la actualidad, las editoriales tradicionales se han dado cuenta de que no se puede luchar contra la tendencia de la lectura en digital y han decidido bajar los precios de sus libros. Esto ha provocado que los autores independientes o autopublicados ya no vendan casi nada, y no sé hasta qué punto esta medida ha influido en la lucha contra la piratería. Algunas otras editoriales solo publican en papel, porque es más difícil de piratear, pero así vetan a muchos lectores que leen fundamentalmente en dispositivos electrónicos (estos dispositivos tienen algunas ventajas, como regular el tamaño de la letra -muy útil cuando se empieza con la presbicia-, y permiten tener infinidad de libros sin llenar estanterías).
Y hay otra cuestión más relacionada con la piratería, y es que esta no solo afecta a la venta ilegal de títulos, sino que también a libros vendidos en plataformas digitales que resultan ser textos falsificados. ¿Cuántas veces hemos oído que roban textos de libros y con otro nombre y otra portada los venden en plataformas como Amazon? Conozco personalmente dos casos, ambos de autores extranjeros.
Ante este panorama, ¿qué hacer? Supongo que debe primar el sentido común, por parte de las editoriales y los autores, a la hora de establecer los precios; la responsabilidad y la empatía por parte de los lectores; y la aplicación de medidas legales por parte de las Administraciones.
Lo más curioso de todo es que el éxito de un libro se puede medir por el número y el tipo de plataformas en las que está pirateado. De hecho he escuchado a autores decir que no les importa ser pirateados porque así los promocionan y nada más alejado de la realidad porque el pirata no va a ir a ninguna plataforma a hacer una reseña favorable de tu libro, ni va a utilizar el boca a boca, si no que le pasará el PDF a otro lector que esté interesado. Con lo cual no se sustenta la excusa de que te promociona, sencillamente fomentas a que permanezcas en el anonimato digital de las grandes plataformas porque nadie te descarga.
Consecuencias de la piratería en general y la literaria en particular:
Si pensamos desde la óptica pura del economista, podemos reflexionar sobre un detalle básico. Una acción sencilla y en apariencia inocente, como tomar una idea intelectual ajena como si fuese propia o descargarnos un libro de forma pirata, tiene consecuencias insospechadas, pues cada vez que realizas acciones como ésas:
1.-Ayudas a dejar sin empleo a muchas personas.
2.-Haces que las economías pierdan dinero.
3.-La innovación no sea posible.
4.-Colocas obstáculos al crecimiento y desarrollo económico de los países que más lo necesitan.
5.-Además del problema moral detrás de esa acción.
Así que sin dudar dile no a la piratería, dile no al robo de la propiedad intelectual.
Fuentes: