La importancia de llamarse (ser) Ernesto, obra de teatro de Oscar Wilde, me viene como anillo al dedo para hablar del calibre que tiene tomarse su tiempo a la hora de elegir un nombre apropiado, tanto para una persona real como para un personaje de nuestras novelas. Comienzo comentando que la traducción literal del título citado con anterioridad sería: La importancia de ser serio. El título en inglés tiene un doble sentido que se pierde en la traducción, ya que el nombre Ernest y la palabra earnest (serio) son homófonos, es decir suenan igual. Eso me sirve de introducción para hablar de la importancia que ha tenido a lo largo de la historia la elección de los nombres de las personas porque, aunque parezca una tontería, no es lo mismo llamarse Tiffany y vivir en una zona residencial que, tener ese nombre y no ser tan afortunada. Tal vez pensáis que este comentario es exagerado o incluso frívolo, pero las páginas donde se buscan los nombres para los hijos y para los protagonistas de nuestras novelas, tienen miles de visitas todos los días. Fijaros si es importante que muchas novelas, a lo largo de la historia, se conocen por el nombre que tienen su protagonista: David Copperfield, Pepita Jiménez, Fortunata y Jacinta y algo similar ocurre en el cine.
Según muchos estudios sociales que se han realizado, se ha demostrado que existen ciertos nombres con tendencias al éxito a comparación de otros, lo cual se debe gracias a las expectativas que tiene la sociedad sobre el mismo. En ellos se afirma que las zonas más pobladas y más humildes de cualquier parte del mundo tienen mayor tendencia a colocarles nombres comunes y populares a sus hijos, sobre todo aquellos que se encuentran en tendencia o de personas famosas que formen parte de la farándula. Algo que hemos observado años atrás por las modas de las telenovelas. Por otro lado, las personas con mayor conocimiento cultural van a optar por llamar a sus hijos con nombres mucho más singulares, literarios o pertenecientes a personas que hayan tenido un gran aporte a la humanidad.
En cambio, se considera este aspecto a la hora de conocer una persona, siendo aquellas personas con nombre singular, bonito o refinado los que van a tener mayor éxito en su vida gracias a las facilidades que les ofrece la sociedad. Sin embargo, otras con nombres muy comunes pueden ser un poco menospreciadas y rechazadas en algunas oportunidades, disminuyendo sus posibilidades de alcanzar el éxito de forma un poco más sencilla. Y no digo que esté de acuerdo con esta realidad porque siempre se ha dicho que: el don sin din puñetitas en latín, pero ayudar ayuda.
Os preguntareis que qué tiene que ver esto con las novelas. Y es cierto que tiene, porque me he encontrado narraciones en las que los protagonistas tienen nombres como James y se supone que son angloamericanos y entre su vocabulario habitual usan palabras como chocho que no es adecuado su uso ni con el nombre ni con el país, a no ser que me lo justificaras diciendo que hizo un Erasmus en España y se le quedó esa palabra como coletilla. Y entonces consideraré que es algo genial como forma de identificar al personaje, pero si no es así a un buen lector le puede sacar de la novela.
Luego está el periodo histórico donde se desarrolla la trama. Si estamos en el siglo XIII, llamar a la protagonista Tiffany es algo anacrónico, por mucho que nos guste la joyería neoyorkina. Y si estamos en pleno siglo XXI, utilizar para nuestros protagonistas los nombres de Adalberta y Donaciano puede suponer que tampoco sea muy adecuado, aunque no le discuto la valentía por parte del autor y que si la trama se desarrolla en nuestra rabiosa actualidad sería sencillo darle una explicación. Le podría dotar de una importante seña de identidad, carácter y originalidad a la novela, pero esos nombres deberían de ir acompañados de una sencilla explicación, que podría ser como comentar que son manías del pueblo de poner el santo del día o que los padres del personaje están muy chapados a la antigua.
Una cosa que sí me ha pasado al principio cuando me inicié en esta aventura de ser escritora, fue la de usar nombres con cierta afinidad gráfica y sonora que ponía en apuro a mi lectora 0 a la hora de identificar a los personajes. Es como si, de repente, todos los que se me venían a mi cabeza pertenecieran a ese juego de encontrar palabras que comiencen con la misma sílaba. Menos mal que siempre se está a tiempo de sustituir esa falta de originalidad mucho antes de que la novela llegue a manos de mis lectores. Y, por consejo de quién sabía en ese momento más que yo, empecé a buscar en esas páginas que os he comentado con anterioridad para darle mas variedad y sentido a la hora de bautizar a los actores de mis historias.
La verdad es que tengo la manía de elegir los nombres de mis protagonistas extranjeros muchas veces relacionado con el país donde se desarrolla la trama y relativo a las características psicológicas de ese personaje. Uno de los que utilizaré en mi próxima novela tienen este significado: humanitario, sacrificado, idealista, altruista, romántico. Y si esta entrada la lee uno de mis lectores 0 en seguida sabrá de quién estoy hablando.
INTERPRETACIÓN:
Cualidades: Compasivo, Idealista
Planeta dominante: Marte, un planeta por otra parte muy identificado con la guerra.
Colores: Rojo
Piedras preciosas: Piedra de sangre

Virtudes de la piedra de sangre
- Protección
- Coraje y sabiduría
- Manejo de la ira
- Mejora la confianza
- Aumenta la prosperidad
Como podéis comprobar, para mí elegir el nombre de mis protagonistas es algo que me tomo en serio, que requiere su tiempo y que no está elegido al azar, pero claro, eso son pequeños detalles que no se suelen explicar a no ser que salga en alguna presentación. Por eso hoy quería contaros un poco como es mi proceso de selección y que incluso para mí es importante esa piedra que se menciona como protectora, pues luego la puedo utilizar dentro de la propia trama de la novela. De momento os dejo con la intriga de saber cual es el nombre del que he estado hablando en las líneas anteriores, me temo que tendréis que esperar hasta la publicación la novela que cuenta su historia si finalmente llega ese proyecto a buen puerto.
Estos son unos pequeños apuntes de mi forma de nombrar a mis personajes que quería compartir con vosotros porque puede que eso le sirva de inspiración o ayuda a personas que empiezan como yo lo hice y no saben por donde empezar y además porque me sirve de recordatorio para el día de mañana, cuando la memoria falle, de como fueron mis inicios.