No pienses que te voy a hablar de cómo se cocina una novela, porque para eso hay unos estupendos cursos de formación y personas que están más al cabo de la calle de ese tema que yo, además sería muy aburrido explicarlo aquí y en pocas líneas. Lo que hoy te vengo a contar es literalmente lo que se cuece en mis novelas.
Una de mis aficiones es la cocina y si has pasado por mi casa sabes que es algo que me tomo tan en serio como escribir, porque no deja de tener ciertas similitudes a la hora de la verdad. Como me dijeron en una de mis últimas críticas: una mezcla bien agitada que ha dado como resultado una muy buena novela, aunque sea un símil más relacionado con un cóctel, pero entiende que, con esto, quiero contarte que no es un tema ajeno a mí, porque además ya tenía desde hace tiempo una página en Facebook en la que compartía recetas y trucos con mis amigos, un grupo pequeño de no más de 100 personas y que ahora tengo un poquito abandonado y algún día de estos seguro que retomo.
¿Qué tiene que ver toda esta introducción con mis novelas? Pues mucho porque si me has leído, y sino ya te doy una pista, en todas ellas suelo hablar de las recetas más típicas o que me llaman la atención de los lugares donde se desarrolla la trama. Ya sea con la excusa de preparar alguna de las comidas habituales del día, o porque los protagonistas vayan a un restaurante, siempre los platos representativos de la zona y el vino estarán presentes. Y junto a esto, lo más normal es que algunas de las escenas que se desarrollan en mi novela, verás que lo hacen en una gran cocina, con una buena encimera y una estupenda mesa donde reunirse. Es un ambiente muy presente en mi vida habitual, pero no de ahora, es algo que viene de tiempo muy atrás. Si me leyera mi amiga Auxi se reiría recordando las veces que nos juntamos en casa de Nena en su cocina siendo adolescentes, cuando me lea mi amiga Pastori lo hará igual porque siempre estamos en su cocina de charla o Javi, que siempre empezamos con una cervecita y tertulia en la cocina, mientras él acaba lo que se trae entre manos.
Pero no solo hablo de los platos propios de la zona, sino que aprendo a cocinarlos dentro de lo posible y los adapto a mis gustos y circunstancias. Uno de los que más hago son lo Falafels, el pollo en Tajine, la Pastilla de cordero, el pan Jalá o de Pita, el Humus y el Cuscus, todos ellos propios de la cocina de Oriente Próximo. Y, para crear ambiente, incluso cuando ha venido a casa mi editor a trabajar, hemos aprovechado para hacerlo con una buena receta de esta zona del mundo. Si es posible, para que disfrutéis al final de mi entrada, os pondré los enlaces de algunas de las recetas.

Para mí es muy importante este espacio en mis novelas porque el erotismo que se puede imprimir en un capítulo gracias a una buena escena desarrollada en una cocina no tiene precio y de hecho mi protagonista James, va enamorando a Myriam mientras preparan todo lo necesario para una buena cena, que todo hay que decirlo, me encanta que mis protagonistas masculinos se manejen bien en los fogones.
Todo esto tiene unos antecedentes porque muchos libros que tengo como favoritos están relacionados con los fogones: Como agua para chocolate de Laura Esquivel, Afrodita de Isabel Allende e incluso El vasco que no comía demasiado de Oscar Terol. En todos ellos las recetas están íntimamente ligadas a la trama de la narración y que te recomiendo como lectura en vuestro tiempo libre.
Y ahora que empiezo una nueva aventura, esta vez en Escocia, no podía pasar sin aprender algún plato nuevo para ambientar esas reuniones alrededor de la mesa camilla que nos ayude a editar el manuscrito y siempre acompañado, como digo, de una copa de vino, porque un buen plato y su copa de vino hacen las delicias de una agradable tertulia para pulir, sacar brillo y dar esplendor a una futura novela. Y tanto es así que algo presente en las novelas que se desarrollan en Israel: el vino y las viñas. Y que muchos lectores habrán visto en la portada de la mi segunda novela Confianza Ciega pero que incluso en la próxima destacará porque la trama se desarrolla muy ligada a un testamento y a sacar adelante una bodega a lo que se sumará toda una serie de acontecimientos que trataran de que ese proyecto no salga adelante.
Así para seguir en mi tónica de inspirarme, uno de los platos que he aprendido son los huevos escoceses aunque la receta típica de Escocia son los Haggis, neeps y tatties : un gran embuchado (a modo de gran morcilla) de asaduras del pulmón, hígado y corazón del cordero, junto con cebolla y avena, todo ello muy especiado. Los haggis se presentan en el plato como si fuera una gran hamburguesa, o dos enormes rodajas de morcilla. Generalmente se acompañan de neeps y tatties, o lo que es lo mismo, puré de patata y nabo, o con ensalada. Algo bastante complejo de hacer en mi caso y por eso probé con el tema los huevos que era más sencillo.

Espero que esto te haya servido de aperitivo para animarte a meterte en faena y leer mis novelas. Como verás mi forma de documentarme va mas allá de un lugar donde desarrollar la trama y los personajes, para mí es sumergirme en la cultura y costumbres del país donde se va a desenvolver mi narración y mostrártelo para que, sin ser una guía de viajes, te sientas un poco más cercano a lo que viven mis personajes.
Recetas:
Falafel (Receta auténtica y original)
http://cursosdelcentrodelinguas2011.blogspot.com/2011/11/hola-todas-aqui-esta-la-receta-del.html