Opinión

Sociedad «asocial»

Por circunstancias personales, esta semana tiro de hemeroteca. Voy a aprovechar lo que escribí hace varios años en mi otro blog de opinión personal. En este caso tiraba de pluma y tinta para una reflexión sobre las nuevas redes sociales que iban surgiendo en internet:


Una de las noticias que me sorprendió esta semana fue la de que cada día se están creando nuevas aplicaciones para móviles con un fin que yo no considero tan social, ya que las veo más bien nuevas “redes de pesca”, de un aquí te pillo aquí te mato. Los usuarios que se descarguen esa aplicación en el móvil y cuelguen su perfil, al tener a otras personas cercanas a ellos con la misma aplicación, podrán ver el perfil y si nos mueven con el dedito a la izquierda, seremos desechados como “posibles” y si en cambio nos dan con el dedito hacia la derecha, entraremos en el almacén de “posibles”, vamos un “me gusta” o “no me gusta”, pero con unos matices que dan la sensación de ser una pura y dura mercancía puesta en un escaparate para ser o no elegidos por unos supuestos compradores.


La sensación que me dio fue del típico mercado de esclavos de toda la vida (porque sigue existiendo lugares en el mundo donde las personas son vendidas y compradas en mercados) en donde unos van a comprar a otros. Lo que pasa que es más fino si ponemos una foto maja de perfil y escribimos cuatro tonterías superficiales de aficiones o directamente el interés que tenemos hacia la otra parte. No es como en algunos lugares del mundo donde te miran la boca como si fueras un caballo o te tocan para ver si estas sano ( y eso sin entrar en más detalles) La realidad es que las personas se están poniendo en un escaparate de venta con la excusa de que es para buscar relaciones afines. Vamos a ser sinceros, que a estas alturas todos sabemos que el 80-90% va a por una relación de un “aquí te pillo aquí te mato” de una noche y solo alguna persona va con otra motivación. Lo mismo esas tendrán la fortuna de encontrarse con alguien afín y con un posible conocimiento más real y profundo entre ellos.


Las relaciones sociales siempre han sido complicadas, porque se requiere tiempo y paciencia para que estas lleguen a buen puerto. Hemos estado en un final del siglo pasado y principio del actual en que lo que prima es, para muchas personas, la satisfacción instantánea. Y, es posible que, eso mismo le hayamos inculcado a nuestros hijos por lo que esas relaciones sí que no van a llegar a un buen fin. Es como una receta de cocina: la precipitación es mala consejera y al final acabará estropeando el plato.


Sí es cierto que no hay que demonizar las redes sociales, ya que todos somos participes de su desarrollo y tiene grandes ventajas. Tampoco demonizo las relaciones efímeras, porque, también para eso, somos mayorcitos. Pero siempre y cuando seamos conscientes de lo que suponen y consentido por ambas parte. Gracias a esas RRSS, hablo con amigos que están en Indonesia, Irlanda o incluso sin ir más lejos en la otra punta de España. A muchos los conozco personalmente, pero tengo un grupo que no tengo el gusto y que sin esta forma de comunicación, no me habrían abierto la visión de otras partes del mundo con sus costumbres y riqueza, al compartir fotos y vivencias y donde nos interesamos los unos por los otros. Así recibimos noticias y aunque no es tan cercano y cálido como un abrazo pero a veces las palabras también pueden ser acogedoras por internet. Gracias a las redes sociales grupos de personas que nos conocimos hace 25 años nos hemos vuelto a poner en contacto y al igual que en la vida cotidiana, se tiene que hacer el esfuerzo por mantener esa amistad. A veces, esos minutos en la cola del banco o del supermercado, dan para mucho y ahí aprovechamos para alegrarnos de las buenas nuevas de los amigos alejados y para acompañarlos y apoyarlos en sus malos ratos.


Pero lo que debemos es educar a nuestros hijos en que no se apoyen solo en estas redes sociales, ya que puede que algunos con su inmadurez no estén preparados para discernir entre lo que es un mero cauce y lo confunden con solo un fin. Esto es algo que le está ocurriendo a muchos jóvenes hoy en día, ya que no son capaces de relacionarse con niños desconocidos, como hacíamos nosotros, en un parque, o en una actividad social espontanea. Hay que buscar una justa medida y no ser una mera mercancía que se pueda identificar con un simple “me gusta” o “no me gusta”. No somos una lata de sardinas puesta en un estante en la que estemos comparando precios. Somos seres humanos con alma, y el alma no se puede introducir en una red social, es algo que va mas allá de un perfil puesto para impresionar a simple vista. El ser humano es un conjunto que engloba lo físico y espiritual que trasciende sobre todo en el tiempo y en el trato. Y, como siempre he dicho, a todo el mundo hay que darle su tiempo para ser conocido y tratado. Y en una red social para hacer “amistades” o le dedicas mucho tiempo o al final llegan las desilusiones y el vacío.


Aprovechemos lo bueno que tienen los medios, pero no dejemos de disfrutar de la vida con el contacto personal y diario, que es una de las cosas más hermosas del día a día y del que sacamos un buen partido aquí en el sur, que somos capaces de hablar y relacionarnos hasta con las piedras.

Han pasado unos años desde esta entrada en mi otro blog y sigo pensando lo mismo, sobre todo a raíz de la pandemia que seguimos sufriendo. Las redes sociales son muy importantes y nos gusten o no, han venido para quedarse, pero tratemos sacar de ellas lo bueno que tiene y no olvidemos nunca que detrás de un teclado y una pantalla hay personas y lo primero es el respeto y la educación.

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