Opinión

Erótica y Pornografía. ¿Dos caras de la misma moneda?

Empezaremos por lo más básico que es buscar la definición en internet de qué se considera que es cada término. Porque me interesa que primero se sepa, para quién lo desconoce, a que equivalen ambas palabras pero no como algo que diga yo, como si me lo hubiera sacado de la manga, sino unos significados avalados por quien ya antes que yo ha trabajado con ambos términos. Aquí no vale eso de «para mí la erótica o el porno es…»

Una de las definiciones que más me ha gustado ha sido de Sarane Alexandrian un filósofo, ensayista y crítico de arte francés autor del ensayo Historia de la literatura erótica que se publicó en 1989, poco antes de morir y que en España tuvimos la suerte de que se tradujo y publicó en 1990.

Alexandrian declara que la pornografía es la descripción pura y simple de los placeres carnales; el erotismo es la misma descripción revalorizada en función de una idea del amor. El erotismo es todo aquello que torna la carne deseable, la muestra en su esplendor, inspira una impresión de salud, de belleza; la obscenidad de la pornografía devalúa la carne y la asocia con suciedad. Aunque por supuesto, añado yo, esta simplificación de ambos términos es una forma de delimitar la temática que se quiere tratar, pero como ya sabéis no todo en la vida es blanco o negro, mas bien hay que destacar que todo será según el color del cristal con el que se mire.

Aquí no hablaremos de gustos sino más bien de represiones y conocimiento o falta de él. ¿Y por qué uso los términos represión y conocimiento? Pues porque de todos es sabido que para lo que unos será erotismo para otros lectores será pornografía. Pongo un ejemplo que he vivido no hace poco hablando sobre un juguete sexual (véase que su nombre no es juguete pornográfico). La persona en cuestión a la que se le hablaba de este juguete lo consideraba una guarrería porque no iba a sustituir a su pareja por «eso en la cama». Y hablamos de una persona de una treintena de años, en este caso seguramente mi madre con ochenta tiene una mente más abierta. Por lo tanto, ni que decir tiene que su criterio para distinguir entre erótico y pornográfico estaba bastante afectado por su falta de conocimiento, una lástima.

Se dice que el erotismo viene del juego amoroso que puede existir entre dos personas de acuerdo con sus gustos, formación, preferencias, intereses, para lograr satisfacción erótica plena, y está lejos del acto sexual burdo y directo. Y que la pornografía se refiere a imágenes sexuales explícitas en medios: periódicos, revistas, televisión, cine, sitios de internet y que está muy vinculada con la venta de sexo. Pero también hay quien considera que lo obsceno no se encuentra en sí mismo en el material, sino que está en la mente del otro; por lo que al analizar diferentes imágenes que podrían ser catalogadas como pornográficas o eróticas tendría que analizarse también la carga social de la persona, como también su moralidad, y a decir verdad todo su aspecto cultural. Y ya os he demostrado con respecto a lo del tema del juguete sexual lo que algunas personas llegan a pensar de ellos y ahí si que considero que su umbral de conocimiento del tema es muy bajito.

Una frase que me tal vez lo define de una forma mucho más breve pero claro es:

«La diferencia entre pornografía y erotismo, es la cantidad de luz sobre los cuerpos.

Gloria Leonard (1940-2014), actriz porno y editora para la revista estadounidense High Society

El pobre dios Eros, de la mitología griega, nunca supuso que lo denigrarían tanto cuando a lo erótico se le fue quitando la magia. Eros, hijo de Afrodita, de Ares, de Iris o del propio Zeus (eterna conjetura), era sólo un niño alado y desnudo que se divertía disparando sus flechas de dulce veneno, para encender de amor los corazones de los seres humanos, sin importarle edades ni sexos. La pornografía, también de etimología griega, sufrió parecidas deformaciones de su sentido originario. Porque pornee , equivale a prostituta, y graphein , a escribir. Pornografía se refiere, entonces, según entresacamos de ambos términos a un escrito sobre prostitución. Lo erótico parte del amor entre dos personas. La pornografía alude al sexo, no al amor, y suele ejercerla una sola persona. Tal vez el desconocimiento del origen de ambas palabras es lo que ayuda a tanta confusión. Y espero que de algo haya valido mi humilde aportación, y para premiar vuestra paciencia os voy a poner un fragmento de una escena que yo considero erótica pero que puede que muchos piensen que es pornográfica. Porque a fin de cuentas ambas palabras en ciertos contextos no tienen muchas diferencias ya que el deseo por el otro a veces se enmarca y camufla de sentimientos amorosos lo que no deja de ser a fin de cuentas una fuerte atracción sexual. No siempre sexo va de la mano del amor, al igual que el comer unas veces es placer pero la gran mayoría de las veces que comemos es por necesidad. Esta ha sido una de las escenas que más trabajo me ha costado escribir pero no os voy a dar pistas. Ahí os lo dejo ya vosotros diréis si es erótico o no.

Esta vez su cuerpo se ciñó al mío y pude sentir todo su deseo. Me giré para mirarle a los ojos. Nuestros rostros estaban separados por pocos centímetros. Un escalofrío me recorrió de nuevo. Quería ser frío, no sentir, pero era tan sencillo dejarse llevar por alguien que te amaba sin condiciones, por alguien que te lo daba todo solo por un poco de atención. Una trampa en la que era muy sencillo caer. No hacían falta más palabras cuando sus labios recorriendo mi pecho, bajaron hasta la cintura y apartó con la mano la toalla, esos gestos lo decían todo. Mi respiración empezó a agitarse como la suya. Sus labios, su boca, su lengua tenían una habilidad innata que me estremecían y cuando empezaba yo me dejaba llevar haciendo que mi mente se pusiera en blanco para disfrutar solo de sus caricias. Quería gozar, dejar que mis sentidos se llenaran de la erótica intencionalidad con la que me complacía. Pero llegado a un punto, yo sabía lo que él deseaba. Luci me quería a mí, buscaba mi entrega junto con mi cuerpo. Se movió apoyando sus manos en la encimera cuando ya hacía rato que su toalla, como la mía, estaba en el suelo y nada de ropa separaba nuestros cuerpos. Me puse detrás de él y le rocé la espalda con yema de mis dedos; un tenue gemido llegó a mis oídos. Una de mis manos rodeó su cintura mimando, poco a poco, cada centímetro de su cuerpo, animándole a que alcanzara ese punto de no retorno y de éxtasis que tanto deseaba que yo le hiciera alcanzar. Con delicadeza lo acaricié donde más le gustaba, amoldé mi mano a su cuerpo buscando su satisfacción. Él se movió, encontrando ese acomodo para pedir más. Su cuerpo se agitaba al ritmo que le marcaba, se respiración se acompasaba con la mía. Jadeábamos juntos, gemíamos a la par. Estaba preparado para acoger lo que quería y con la pasión que demandaba y yo estaba dispuesto a dárselo.

Seguí acariciándolo, jugando, disfrutando de su deseo tan transparente para mí como la mirada de sus ojos. Una de sus manos se mantuvo apoyada con fuerza en la encimera, la otra buscó mi mano ya libre y sus dedos se entrelazaron de nuevo con los míos, colocando nuestras palmas a la altura de su corazón. Sus latidos eran potentes como nuestros jadeos y así llegamos juntos al culmen, temblando de forma desmadejada e involuntaria hasta el final. Nuestras respiraciones se fueron calmando, pero permanecimos juntos, abrazados, oyendo el latir como un potente eco por todas nuestras fibras. Cuando nos separamos, Luci se giró, y sus dedos jugaron con uno de mis rebeldes mechones.

—Eres demasiado bueno —susurró.

(Fragmento de la próxima novela de la autora Gaby Taylor)

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