Opinión

Miedo al erotismo

Desgraciadamente, los libros con contenido sexual siguen rodeados de estereotipos que los califican de vulgares, explícitos, ordinarios o simples. Lo malo es que este discurso lo encuentro en mujeres que tienen entre su lucha del día a día el empoderamiento femenino, aunque siguen rehuyendo de un empoderamiento sexual real. De hecho, es habitual detectar miradas impertinentes cuando una persona pasea por la sección erótica de una librería, como si estuviese cometiendo un crimen, incluso tildando a la lectora o escritora de este género de «reprimida». Junto a esto, sigo escuchando opiniones sobre el supuesto uso vulgar del lenguaje y tal vez por eso nos encontramos con los eufemismos típicos del gremio, donde se tiende a decir «braguitas» en vez de bragas, como si fuera algo que tuviera necesidad de mejorarse y hacerlo más «delicado» al oído. Y como añadido a todo este compendio de despropósitos, vemos el sufrimiento que pasan algunos autores, si tienen que nombrar partes del cuerpo implicadas en la sexualidad, donde boca y pie es normal pero pene o polla ya es considerado vulgar y aparece el término «miembro». Un término con el que la imagen que me viene a la cabeza es la del integrante de una organizaciónasociación o entidad a los que también se denominan de tal forma. Eso me lleva a pensar que, si estamos a ese nivel de escrúpulos, va a ser complicado hacer entender a muchos lectores que la literatura romántico y/o erótica es tan útil como un buen recetario de cocina. No hay nada como leer historias de cama para aumentar la libido, dar ideas, ayudar a exorcizar fantasmas o cambiar por completo nuestra vida sexual. Por supuesto no es obligatorio tener una buena vida sexual, igual que hay gente que no sabe cocinar y se atiborra de platos precocinados, con las consecuencias finales que conlleva este tipo de actitudes. Posiblemente habrá quien piense que no es lo mismo y, tal vez, cuando finalice mi entrada, empieza a pensar que hay similitudes.

Es una lástima saber que hay lectores que tienen ese pobre concepto de este género literario cuando, incluso, reputadas revistas médicas recomiendan la lectura de este tipo de narrativa como forma de mejorar nuestra vida sexual, ya sea solos o en pareja, y que no solo mejora la calidad de este aspecto de nuestra vida, sino que también mejora el nivel de endorfinas de forma natural, con lo que huimos de la tan temida depresión.

Obviamente, respeto a aquella persona que diga que no le gusta esta literatura, como las hay que no les gusta la comida asiática, pero no por ello califico de una manera negativa a aquellos que disfrutan tanto de leer libros eróticos como degustando un buen Ramen. Ahora os voy a justificar lo que especialistas dicen sobre la literatura erótica y sus beneficios.

Con el ritmo de vida frenético en nuestro día a día, el estrés puede tener consecuencias en nuestro organismo como la disminución del deseo sexual, según explican los expertos de Myhixel, una compañía especializada en el bienestar sexual. Ante este problema, un buen remedio puede ser la lectura, ya que disminuye la presión arterial, reduce el ritmo cardiaco y el estrés, según la Fundación Mundial para la Alfabetización. Esta mejora de la salud puede venir acompañada de un aumento de la libido si lo que se lee es literatura erótica, ya sea solos o en pareja.

Permiten explorar la sexualidad propia

La lectura de un libro erótico puede ser muy estimulante. Va más allá de la simple pornografía a través de las pantallas, que puede llegar a causar adicción, y suponen un espacio de libertad para explorar e imaginar fantasías sexuales que amplíen la visión del sexo de una persona y le ayuden a descubrir nuevas formas de excitarse. Se pueden hacer un resumen de los tres beneficios más claros:

Pueden mejorar la relación sexual con la pareja

Leer novelas eróticas puede ayudarte a descubrir que es lo que más te gusta del sexo y es una buena forma de comunicarse en este sentido con la pareja, con la que se puede compartir la lectura. A veces la comunicación directa cuesta más, pero a través de una lectura común se puede empatizar con los deseos más profundos del otro. También puede servir para hacer recreaciones durante las relaciones sexuales.

Ayudan a aumentar la libido

En ocasiones de nuestra vida pasamos etapas con menos deseo sexual. En estas circunstancias, a veces tener relaciones sexuales puede llegar a ser contraproducente. Una buena forma de introducirse de nuevo en el sexo y tener un acercamiento más sencillo puede ser a través de la lectura de libros eróticos, que nos ayudan a aumentar la libido dentro de lo que podría llamarse una zona de confort.

Es una buena manera de relajarse y olvidarse del estrés

Leer una buena novela erótica y dejarse llevar puede ser un estupendo ejercicio para liberar tensiones y desestresarse. La excitación tiene un efecto muy gratificante para el organismo y es la precursora del disfrute sexual y del orgasmo. Bien sea sólo o en compañía, es una buena forma de relajarse al final de la jornada o durante un momento de tranquilidad.

Un ejemplo lo tenemos en 50 sombras de Grey, que pese a tener muchos detractores que piensan que tiene un valor literario muy mediocre y ser criticado de forma sistemática, tenemos a otros que defienden la labor didáctica que este libro ha ejercido en la vida sexual de muchas mujeres, sus principales lectoras (lo que no se dice tanto es que se han beneficiado muchos hombres de ello, así como de otras lecturas eróticas). Según un informe que elaboró la consultora TNS en España, el 60% de las encuestadas afirmó haber aprendido cosas nuevas, para el 35% hubo un antes y un después en su vida erótica, el 33% aumentó la frecuencia de sus relaciones, el 44% probó posturas nuevas y el 29% empezó a utilizar algún juguete sexual. Aunque odio los términos que se han usado como: Es porno para mamás, porque, para mí, ese comentario sobra. Parte de la premisa de que el erotismo es lo mismo que el porno e indica que las mujeres a partir de una edad tienen como función exclusiva la de ser mamás (tetas para dar de mamar y delantal para cocinar magdalenas) cuando es un hecho bastante alejado de la realidad, pero del que no se habla con facilidad. Volvemos al inicio del texto. Buscamos el empoderamiento pero seguimos admitiendo términos inadecuados para una vida sexual sana, permitimos que siga existiendo el tabú a una vida sexual adecuada. Entendemos calidad de vida en cuanto a la alimentación, el ejercicio o la cantidad de sueño adecuado, pero en cuanto hablamos de sexo empezamos a reprimirnos, como si fuera algo malo y eso engloba a la literatura erótica.

Una actividad que es placentera (además no engorda), que nos evita tener que gastarnos dinero en medicina y en libros de autoayuda, pero descartamos esta ocupación. Que conste que, este último género nombrado, merece mi respeto pero a veces cuando acude a la lectura de estos libros es porque nos hemos saltado pasos previos, para mejorar nuestra calidad de vida, pasos que son mucho más sencillos y gratificantes.

Igual que nos esmeramos si tenemos invitados en casa creando un ambiente agradable lo mismo hay que aplicarse y dedicar tiempo al deseo si queremos cultivarlo, y la literatura erótica puede ser una herramienta muy adecuada, sobre todo para las mujeres que tenemos un erotismo más elaborado.

Recientemente se ha descubierto que leer libros del género erótico puede ser la mejor terapia para evitar el deterioro cognitivo que, inevitablemente, llega con los años. El psiquiatra Rafael Alarcón, coordinador de la sección de Gerontopsiquiatría de la Asociación Psiquiátrica de América Latina (APAL), comentó en el V Congreso Panamericano de Gerontología y Geriatría, que “la lectura de textos eróticos tiene la capacidad de despertar emociones. Para eso, se utilizan funciones intelectuales como la memoria, la atención, la concentración, la capacidad de pensamiento simbólico y la imaginación. A través de la lectura, los mayores se dan cuenta de que siguen existiendo, sintiendo y deseando”. Incluso llega a eliminar el uso de los antidepresivos. Pero siempre llega el típico sabiondo que reniega de la existencia de relaciones sexuales entre las personas mayores.

Henry Miller, dijo en una ocasión que “el sexo es una de las nueve razones para la reencarnación. Las otras ocho no son importantes

La gran pregunta que os lanzo: ¿vais a esperar hasta estar jubilados con 65 años, o más, para probar los beneficios de la literatura erótica?

Opinión

Erótica y Pornografía. ¿Dos caras de la misma moneda?

Empezaremos por lo más básico que es buscar la definición en internet de qué se considera que es cada término. Porque me interesa que primero se sepa, para quién lo desconoce, a que equivalen ambas palabras pero no como algo que diga yo, como si me lo hubiera sacado de la manga, sino unos significados avalados por quien ya antes que yo ha trabajado con ambos términos. Aquí no vale eso de «para mí la erótica o el porno es…»

Una de las definiciones que más me ha gustado ha sido de Sarane Alexandrian un filósofo, ensayista y crítico de arte francés autor del ensayo Historia de la literatura erótica que se publicó en 1989, poco antes de morir y que en España tuvimos la suerte de que se tradujo y publicó en 1990.

Alexandrian declara que la pornografía es la descripción pura y simple de los placeres carnales; el erotismo es la misma descripción revalorizada en función de una idea del amor. El erotismo es todo aquello que torna la carne deseable, la muestra en su esplendor, inspira una impresión de salud, de belleza; la obscenidad de la pornografía devalúa la carne y la asocia con suciedad. Aunque por supuesto, añado yo, esta simplificación de ambos términos es una forma de delimitar la temática que se quiere tratar, pero como ya sabéis no todo en la vida es blanco o negro, mas bien hay que destacar que todo será según el color del cristal con el que se mire.

Aquí no hablaremos de gustos sino más bien de represiones y conocimiento o falta de él. ¿Y por qué uso los términos represión y conocimiento? Pues porque de todos es sabido que para lo que unos será erotismo para otros lectores será pornografía. Pongo un ejemplo que he vivido no hace poco hablando sobre un juguete sexual (véase que su nombre no es juguete pornográfico). La persona en cuestión a la que se le hablaba de este juguete lo consideraba una guarrería porque no iba a sustituir a su pareja por «eso en la cama». Y hablamos de una persona de una treintena de años, en este caso seguramente mi madre con ochenta tiene una mente más abierta. Por lo tanto, ni que decir tiene que su criterio para distinguir entre erótico y pornográfico estaba bastante afectado por su falta de conocimiento, una lástima.

Se dice que el erotismo viene del juego amoroso que puede existir entre dos personas de acuerdo con sus gustos, formación, preferencias, intereses, para lograr satisfacción erótica plena, y está lejos del acto sexual burdo y directo. Y que la pornografía se refiere a imágenes sexuales explícitas en medios: periódicos, revistas, televisión, cine, sitios de internet y que está muy vinculada con la venta de sexo. Pero también hay quien considera que lo obsceno no se encuentra en sí mismo en el material, sino que está en la mente del otro; por lo que al analizar diferentes imágenes que podrían ser catalogadas como pornográficas o eróticas tendría que analizarse también la carga social de la persona, como también su moralidad, y a decir verdad todo su aspecto cultural. Y ya os he demostrado con respecto a lo del tema del juguete sexual lo que algunas personas llegan a pensar de ellos y ahí si que considero que su umbral de conocimiento del tema es muy bajito.

Una frase que me tal vez lo define de una forma mucho más breve pero claro es:

«La diferencia entre pornografía y erotismo, es la cantidad de luz sobre los cuerpos.

Gloria Leonard (1940-2014), actriz porno y editora para la revista estadounidense High Society

El pobre dios Eros, de la mitología griega, nunca supuso que lo denigrarían tanto cuando a lo erótico se le fue quitando la magia. Eros, hijo de Afrodita, de Ares, de Iris o del propio Zeus (eterna conjetura), era sólo un niño alado y desnudo que se divertía disparando sus flechas de dulce veneno, para encender de amor los corazones de los seres humanos, sin importarle edades ni sexos. La pornografía, también de etimología griega, sufrió parecidas deformaciones de su sentido originario. Porque pornee , equivale a prostituta, y graphein , a escribir. Pornografía se refiere, entonces, según entresacamos de ambos términos a un escrito sobre prostitución. Lo erótico parte del amor entre dos personas. La pornografía alude al sexo, no al amor, y suele ejercerla una sola persona. Tal vez el desconocimiento del origen de ambas palabras es lo que ayuda a tanta confusión. Y espero que de algo haya valido mi humilde aportación, y para premiar vuestra paciencia os voy a poner un fragmento de una escena que yo considero erótica pero que puede que muchos piensen que es pornográfica. Porque a fin de cuentas ambas palabras en ciertos contextos no tienen muchas diferencias ya que el deseo por el otro a veces se enmarca y camufla de sentimientos amorosos lo que no deja de ser a fin de cuentas una fuerte atracción sexual. No siempre sexo va de la mano del amor, al igual que el comer unas veces es placer pero la gran mayoría de las veces que comemos es por necesidad. Esta ha sido una de las escenas que más trabajo me ha costado escribir pero no os voy a dar pistas. Ahí os lo dejo ya vosotros diréis si es erótico o no.

Esta vez su cuerpo se ciñó al mío y pude sentir todo su deseo. Me giré para mirarle a los ojos. Nuestros rostros estaban separados por pocos centímetros. Un escalofrío me recorrió de nuevo. Quería ser frío, no sentir, pero era tan sencillo dejarse llevar por alguien que te amaba sin condiciones, por alguien que te lo daba todo solo por un poco de atención. Una trampa en la que era muy sencillo caer. No hacían falta más palabras cuando sus labios recorriendo mi pecho, bajaron hasta la cintura y apartó con la mano la toalla, esos gestos lo decían todo. Mi respiración empezó a agitarse como la suya. Sus labios, su boca, su lengua tenían una habilidad innata que me estremecían y cuando empezaba yo me dejaba llevar haciendo que mi mente se pusiera en blanco para disfrutar solo de sus caricias. Quería gozar, dejar que mis sentidos se llenaran de la erótica intencionalidad con la que me complacía. Pero llegado a un punto, yo sabía lo que él deseaba. Luci me quería a mí, buscaba mi entrega junto con mi cuerpo. Se movió apoyando sus manos en la encimera cuando ya hacía rato que su toalla, como la mía, estaba en el suelo y nada de ropa separaba nuestros cuerpos. Me puse detrás de él y le rocé la espalda con yema de mis dedos; un tenue gemido llegó a mis oídos. Una de mis manos rodeó su cintura mimando, poco a poco, cada centímetro de su cuerpo, animándole a que alcanzara ese punto de no retorno y de éxtasis que tanto deseaba que yo le hiciera alcanzar. Con delicadeza lo acaricié donde más le gustaba, amoldé mi mano a su cuerpo buscando su satisfacción. Él se movió, encontrando ese acomodo para pedir más. Su cuerpo se agitaba al ritmo que le marcaba, se respiración se acompasaba con la mía. Jadeábamos juntos, gemíamos a la par. Estaba preparado para acoger lo que quería y con la pasión que demandaba y yo estaba dispuesto a dárselo.

Seguí acariciándolo, jugando, disfrutando de su deseo tan transparente para mí como la mirada de sus ojos. Una de sus manos se mantuvo apoyada con fuerza en la encimera, la otra buscó mi mano ya libre y sus dedos se entrelazaron de nuevo con los míos, colocando nuestras palmas a la altura de su corazón. Sus latidos eran potentes como nuestros jadeos y así llegamos juntos al culmen, temblando de forma desmadejada e involuntaria hasta el final. Nuestras respiraciones se fueron calmando, pero permanecimos juntos, abrazados, oyendo el latir como un potente eco por todas nuestras fibras. Cuando nos separamos, Luci se giró, y sus dedos jugaron con uno de mis rebeldes mechones.

—Eres demasiado bueno —susurró.

(Fragmento de la próxima novela de la autora Gaby Taylor)