Cuando se inicia una historia, sea en una narración de ficción sea en la vida real, siempre se llega a un punto en el que el personaje o la persona llega al límite de cualquier situación que el día a día nos lo plantea. A partir de ahí todo puede ir cuesta abajo y rodado, para bien o para mal, hasta llegar el final de la historia. Las personas lo sufrimos desde el amanecer hasta que volvemos a la tranquilidad de nuestros dormitorios en una continua vorágine de cambios, saltos, rectificaciones, etc, que hacen que cada jornada sea distinta y nunca sepamos lo que ese día a día nos depara. En una novela, que es el formato narrativo que trabajo, es algo relativamente más sencillo porque se supone que el autor es el que lleva la batuta para que los personajes lleguen a este punto al que se denomina: clímax
¿Qué se denomina clímax en una narración?
Se denomina así al punto de mayor intensidad o fuerza en una serie creciente, siendo su punto más alto.
De todas maneras, la palabra clímax tiene diversos usos dependiendo del contexto en el cual se la emplee, aunque vamos a centrarnos en el de la estructura de una narración, el otro lo dejamos para las novelas eróticas.
Para la narratología, que es aquella disciplina que se ocupa de estudiar los elementos fundamentales de la narración, el clímax es el momento en el cual una trama, una obra, alcanza su punto más álgido, de más alta tensión; generalmente, se sitúa en el desenlace de la obra en cuestión, aunque esto no resulta ser siempre así ya que puede darse en el medio de la narración, para luego presentar las consecuencias que el clímax ha originado en cada uno de los personajes. En tanto, el opuesto al clímax es el anticlímax, aquel momento de tensión creciente pero que se resuelve sin que se produzca un aumento final de la tensión, por ejemplo, cuando un conflicto violento se resuelve de pronto pacíficamente. En mi caso suele ser habitual comenzar mis novelas con un clímax que ponga el lector en una situación de alerta y tensión y que le incite a tener interes en seguir leyendo el origen de esa situación con la que inicio la historia. Cada autor tiene su estilo o su forma de afrontar el inicio de una trama y marca las pautas para llegar al clímax, pero es cierto que como cualquier proyecto debe tener un esquema que facilite el trabajo.
Un ejemplo lo podéis leer en mi primera novela Siempre Juntos. Momento en el que se produce el punto de inflexión en la vida de la protagonista y que nos abre el camino para la segunda parte de la novela Confianza Ciega:
«Y ella, ¿cómo está? —preguntó, viendo como James me tomaba el pulso y me abría la ropa.
—Mal. Creo que tiene una hemorragia interna por los golpes. Voy a llamar a un helicóptero medicalizado para que nos evacúen a todos. Me iré con vosotros, mis hombres y los de Ibrahím harán la limpieza.
A partir de ahí, todo lo que recuerdo fue como entre una niebla y unas veces más o menos consciente. Me subieron a un helicóptero; James, aparte de dar órdenes a diestro y siniestro, me decía venga, lucha, no nos dejes. Durante un rato todo volvió a ser oscuro; luego, una ambulancia, un hospital, el pasillo, un quirófano, la voz de Ari diciéndome te quiero, sus labios y, finalmente, la imagen de James poniéndome la mascarilla para los tubos de la anestesia y su voz: siempre estaré contigo, vuelve.
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Fragmento de Siempre Juntos de Gaby Taylor
Pero, como he comentado, para llegar hasta este punto primero hay que tener en cuenta que tipo de narración vamos a usar en el desarrollo de nuestra trama. Hay varios tipos:
1. Narrativa lineal: es la que más común que nos vamos a encontrar y se basa en contar los acontecimientos en orden cronológico. La mayoría de películas y videojuegos tienen esta estructura, en la que no hay saltos temporales ni anacronías.
2. Narrativa no lineal: el orden en que se nos cuenta la historia no es el orden en el que ocurre. El narrador (o narradores) van dando saltos hasta componer la historia completa. vamos descubriendo la historia con saltos en el tiempo hacia el pasado (flashback) o hacia el futuro (flashforward). Si los viajes son hacia el pasado, también se les llama Retrospectiva. Hacia el futuro, serían Anticipaciones
3. Narrativa inversa: La historia comienza por el final, y va avanzando hacia el principio. Es una estructura compleja tanto para un escritor, como para un lector. Pero si se hace bien, es un tipo de narración que impulsa la historia a otro nivel.
4. Narrativa desordenada o antiestructura: Cortázar y su Rayuela son el gran exponente de esta estructura que no tiene ni principio, ni final, ni un orden determinado. El libro está compuesto por capítulos que pueden leerse de principio a fin (de manera cronológica), del revés (empezando por el final) o en un orden aleatorio.
5. Narrativa sin final La estructura narrativa sin final es la historia que no acaba, que nos deja con un final abierto. Podemos dejar el conflicto principal solucionado, pero no cerrar todos los hilos o, por lo contrario, cerrar algunos hilos pero no la historia principal. Las estructuras narrativas sin final nos dejan con interrogantes y pueden dar paso a una segunda parte o, simplemente, a una reflexión por parte del lector.
6. Narrativa circular: sigue los mismos patrones de la novela lineal, con la excepción de que coinciden el final y el principio. La historia acaba igual que empieza
7. Narrativa de los vasos comunicantes: Esto implica que la culminación de la historia se irá escribiendo justo en el momento en que los hechos ocurren; tal como si fuese la vida misma. El encuentro entre las líneas paralelas que representan al lector y su lectura, muestran un juego imaginativo doble, cuya expresión más insólita radica en el hecho de que al momento de la intersección, la historia empieza a repetirse letra por letra. Un ejemplo lo encontramos en Michael Ende y su Historia Interminable
8. Narrativa con Doble clímax: Una vez ha vencido al villano, aparece un supervillano, más poderoso, más peligroso, más fuerte. Una historia que, cuando parece que ha acabado, resurge de su historia y se relanza para seguir con la narración.
Por supuesto estos tipos en ocasiones se combinan, se mezclan y surgen obras geniales.
Una vez que tenemos claro que tipo de narrativa vamos a usar en nuestra novela es cuando debemos tener en cuenta como vamos a usar el climax, que es el empujón para que el lector llegue al final de la historia. Es cierto que cada capítulo de una novela debe de tener unos pequeños clímax que vayan abriendo y cerrando puertas para pasar al siguiente capítulo, pero siempre hay que tener en mente el gran punto de inflexión que nos lleva al desenlace, tal como lo dice, el punto más álgido de tu historia, el punto más fuerte o el punto más importante después del cuerpo o nudo. Es donde las cosas o se arreglan o terminan de romperse. Así, sencillo. Y eso nos lleva al final de la historia.
¿Cómo afecta el clímax a la narración?
Hay que tener en cuenta que en el clímax se contestan todas las preguntas que se han sembrado a lo largo de la historia. También se satisfacen todas las emociones implantadas en las lectoras. Esto es debido a que existen lectoras racionales y lectoras emocionales. La diferencia entre unas y otras es que las primeras leen para pensar, porque les gusta ejercitar las neuronas y las segundas leen para llorar, reír o asustarse. Por eso una misma novela puede tener varias interpretaciones, dependiendo de la clase de lectores que se acerque a ella. El tipo de satisfacción que obtienen de una misma obra es diferente y tú debes tratar de satisfacer a todos.
¿Qué tipos de clímax existen?
Un clímax narrativo que ofrezca un cambio total e irreversible, responda a todas las preguntas planteadas por la narración y satisfaga todas las emociones del público provocará un FINAL CERRADO.
Un clímax narrativo que deje una pregunta o dos sin responder y alguna emoción sin satisfacer resultará en un FINAL ABIERTO.
Como ves, el tema de preparar un buen desenlace, casi desde el inicio de nuestra narración, es algo vital para poder realizar un buen desarrollo de toda la trama. Aunque no evita que mientras vayamos escribiendo vayan surgiendo cambios durante el camino. Por lo menos en mi caso soy afortunada porque cuando una historia salta en mi cabeza la suelo ver de principio a fin, y eso me facilita ir sentando las bases crear un buen clímax, que sea consecuente con todo lo que viene del inicio de la novela y que desemboque en un desenlace coherente y sin agujeros que demerezcan la novela. Esto se consigue con mucho tiempo dedicado al trabajo de la escritura y con formación, no es algo que diga que tengo ya superado y no es algo que surge de la nada de la noche a la mañana y por supuesto, no dudes de que nace de una lectura continuada de buena literatura. Por eso, tener el hábito de leer, es un consejo que siempre tengo en la boca para todos los escritores que inician su trayectoria.