Opinión, vivencias

Las diez reglas para escritores de Etgar Keret

Etgar Keret es un escritor de cuentos cortos, guionista de televisión y director de cine israelí, considerado el máximo exponente de la narrativa moderna, por su empleo del lenguaje corriente para contar historias donde la vida cotidiana, el humor negro, el surrealismo, lo grotesco y lo pueril forman parte de un mismo universo. Cuando lo conocí me encantaron sus palabras y la forma de dar consejos que al final es lo que siempre he pensado, solo probando y equivocándose es como aprendemos cualquier oficio. La teoría es necesaria, pero la práctica es fundamental. Aquí os aporto esos consejos que tanto me gustaron.

Sus diez consejos para escritores:

1. Asegúrate de disfrutar escribiendo

A los escritores siempre les gusta decir lo duro que es el proceso de escritura y cuánto sufrimiento causa. Mienten. A la gente no le gusta admitir que se ganan la vida con algo que disfrutan genuinamente.

La escritura es una forma de vivir otra vida. Muchas otras vidas. Las vidas de las incontables personas que nunca has sido, pero que son completamente tú. Cada vez que te sientes y te enfrentes a una página, trata —incluso si no tienes éxito— de estar agradecido por la oportunidad de expandir tu vida. Es divertido. Es maravilloso. Es estupendo. Y no dejes que nadie te diga lo contrario.

2. Ama a tus personajes

Para que un personaje sea real, ha de haber al menos una persona en este mundo capaz de amarlo y entenderlo, tanto si le gusta el personaje como si no. Tú eres la madre y el padre de los personajes que creas. Si no los amas, nadie lo hará.

3. Cuando estás escribiendo, no le debes nada a nadie

En la vida real, si no te comportas como debes, acabarás en la cárcel o en una institución. Pero en la escritura, todo vale. Si hay un personaje en tu historia que te atrae, bésalo. Si hay una alfombra en tu historia que odias, préndele fuego justo en el centro de la sala de estar. Cuando se trata de escritura, puedes destruir planetas enteros y erradicar civilizaciones con solo pulsar una tecla y, una hora después, cuando te cruces con la anciana del piso de abajo en el portal, aún te saludará.

4. Empieza siempre por el medio

El comienzo es como el borde chamuscado de un pastel que se ha pegado al molde. Puede que lo necesites para ponerte en marcha, pero no es realmente comestible.

5. Intenta no saber cómo termina

La curiosidad es una fuerza poderosa. No la dejes ir. Cuando estés a punto de escribir una historia o un capítulo, toma el control de la situación y de los motivos de tus personajes, pero déjate sorprender por los giros en la trama.

6. No uses nada solo porque “así es como es siempre”

Dividir la historia en párrafos, usar signos de puntuación, llamar a los personajes por el mismo nombre incluso cuando ya has cambiado de página: todas esas son convenciones que existen para estar a tu servicio. Si no funcionan para ti, olvídalas. El hecho de que una regla particular se aplique a cada libro que hayas leído no significa que tenga que aplicarse también en tu libro.

7. Escribe como tú

Si intentas escribir como Nabokov, siempre habrá al menos una persona (cuyo nombre es Nabokov) que lo hará mejor que tú. Pero cuando se trata de escribir como lo haces tú, siempre serás el/la campeón/a del mundo.

8. Asegúrate de que estás solo/a en la habitación cuando escribes

Incluso si escribir en cafeterías suena romántico, tener otra gente a tu alrededor siempre te hará adaptarte, te des cuenta de ello o no. Cuando no hay nadie alrededor puedes hablar contigo mismo/a o meterte el dedo en la nariz sin siquiera darte cuenta. Escribir puede ser otra forma de hurgarse la nariz y, cuando hay gente alrededor, la tarea se vuelve menos natural.

9. Deja que las personas a las que les gusta lo que escribes te animen

Y trata de ignorar a todos los demás. Lo que hayas escrito no es para ellos. No importa. Hay muchos otros escritores en el mundo. Si buscan más a fondo, acabarán por encontrar a uno que cumpla con sus expectativas.

10. Escucha lo que todos tienen que decir, pero no escuches a nadie (excepto a mí)

La escritura es el territorio más privado del mundo. Así como nadie puede enseñarte realmente cómo te gusta tu café, nadie puede enseñarte cómo escribir. Si alguien te da un consejo que suena bien y te parece que encaja bien, úsalo. Si alguien te da un consejo que suena bien, pero no te encaja, no desperdicies ni un solo segundo en ello. Puede estar bien para otra persona, pero no para ti.

Hay puntos en los que difiero de su opinión, porque yo tengo la mía propia, pero en general puedo decir que de los 10 consejos, de una u otra forma, he aplicado, y creo que estoy a tiempo de aplicar, los 10. El punto 6 es el que todavía no me atrevo porque creo que para eso debes de conocer muy bien el lenguaje, la ortografía, la sintaxis, y las técnicas de escritura para poder permitirte el lujo de saltártelas. Cuando esté al cabo de la calle de todo eso lo mismo lo intento, pero, ahora, no creo que esté a la altura de poder hacerlo.

Espero que estos consejos, opiniones o como lo quieras llamar te resulten útiles y entretenidos porque al final, lo que digo siempre, consejos no le doy ni a mis hijos a estas alturas.

sentimientos, vivencias

Mis mentores

He leído por las redes como hay personas que presumen por no tener formación e incluso de no haber leído nunca un libro y hacen alarde de que, pese a eso, les ha ido estupendamente en la vida. Imaginaros qué hubiera pasado si además hubieran tenido una formación académica o leído algún libro. Lo mismo hasta tendríamos un sin fin de nuevos avances técnicos y científicos gracias a ellos.

Afortunadamente ese no ha sido mi caso y a lo largo de mi vida he tenido una amplia lista de mentores, palabra que abarca a maestro, guía y consejero, hombres y mujeres a los que tengo que agradecer su vocación a la hora de formar a niños y niñas, entre los que tuve la fortuna de estar y que me animaron a leer como algo habitual en mi vida cotidiana. Ahora mismo me encantaría recordar el nombre de todos ellos pero seguramente se me quedarían muchos en el tintero, pero no por eso dejo de enviarles mi más profundo agradecimiento estén donde estén, puesto que incluso algunos de ellos ya han fallecido.

Y no solo hablo de profesores de Literatura, que me inculcaran el amor a la lectura, sino de cualquier materia que amplió mis conocimientos y me marcó la senda para llegar a lo que he llegado hoy en día. Tú, lector, te preguntarás que qué tienen que ver asignaturas tan dispares como el griego, las matemáticas, el derecho civil y la química con el hecho de ser escritora. Pues me temo que todo, porque como bien dijo alguien muy sabio: el saber no ocupa lugar, sino que más bien enriquece. Por lo tanto me parece absurdo hoy en día, con todos los medios que tenemos a nuestro alcance y estando presentes en las redes sociales, que haya quien se disculpe o incluso presuma diciendo que no se ha leído un libro en su vida. El que de verdad no ha podido formarse no está en las redes sociales.

Desde luego yo he tenido la fortuna de caer en una familia donde la lectura y la búsqueda del conocimiento de forma autodidacta era el pan nuestro de cada día, pero también he conocido a otras muchas personas que no habiendo nacido en la misma circunstancia han tenido fuerza de voluntad e interés en aprender y se han buscado la vida para hacerlo sorteando muchas dificultades, con lo que las excusas para mí, en su gran mayoría, son sencillamente falta de interés por aprender. Habrá casos, y son contados, en los que les sería imposible, pero seguro que no están alardeando de ello en las redes sociales.

Dentro de la lista de agradecimiento pondría a mi padre, que me enseñó a leer, y a mi madre que me llevaba a la biblioteca pública desde muy pequeña y, además, tanto ella como mi abuelo hicieron sus pinitos como escritores. Tras ellos tengo una amplia lista de profesores de literatura, pero el que mas recuerdo fue Salvador, que durante mis años de Instituto prácticamente me abrió al mundo de la lectura ya de adultos, sobre los 12 años, con la novela «La familia de Pascual Duarte» de Camilo José Cela, pero que también me guio en la lectura de los clásicos que, si bien muchas veces, no llegaba a entender en tu total profundidad, ahora me han ayudado a poder hacer una incursión en algunos de ellos como «Ana Karenina» de León Tolstói y así me puedo permitir el lujo de hacer una lectura crítica y comparativa. Algo que nunca hubiera realizado sin las enseñanzas previas de muchos profesores que han dejado una gran huella a lo largo de mi vida.

Por eso, presumir de no haber leído un libro en la vida, me parece tan absurdo como presumir de que no mantener unas mínimas pautas de higiene. ¿Quién presume de no lavarse nunca? Pues en este caso el libro sería como la higiene mental o el alimento que hace que no se nos atrofie el cerebro. Sé que ninguno de los que me leeréis estáis en esa situación, pero si tenéis la oportunidad de hacerle alguna vez un regalo a un niño, que sea un cuento, seguramente cuando sea adulto os lo agradecerá.

Opinión

¿El escritor nace o se hace? ¿No sabéis todavía la respuesta?

Hay muchos grupos en los que, un día si y otro también, esta cuestión revolotea por sus muros, causándome siempre la misma sensación y tras haberlas leído, inmediatamente, me salta otra pregunta a la mente: en serio ¿no sabéis todavía la respuesta? Aquí pondría la carita del emoji sorprendido.

Me da la sensación de que el mundo del escritor está envuelvo en un halo de misterio e incluso que hay quién piensa que está a las alturas del Olimpo y del conocimiento de los dioses, y nada mas lejos de esa idea, sobre todo cuando empiezas a codearte con todo tipo de escritores y recibes el primer hachazo de realidad en la frente. Es un mundo como otro cualquiera de profesionales o intento de ser profesionales y como tal se rige por las mismas normas de convivencia habituales, la educación y la prudencia, y quien no lo tenga ese tipo de normas te lo ves venir a la primera de cambio. De ahí mi comentario del hachazo. Somos seres humano normales, con las mismas ambiciones, frustraciones, deseos, envidias, resquemores y alegrías que el vecino de enfrente que hizo la carrera de magisterio para ser profesor o que estudio un grado medio para ser electricista. Y ahí es a donde voy.

¿Alguien ha llegado a pensar alguna vez que un medico, fontanero, electricista, maestro, o conductor de autobús nace? ¿Alguien se pone en manos de un médico, maestro o abogado que no acredite una formación y trabaje gracias a la inspiración? Entonces, ¿por qué pensamos que un escritor es un ser privilegiado que nace ya con las musas sentadas en el hombro y todas las habilidades del mundo para ponerlas a su servicio como escritor? Y, ojo, otra cosa es la vocación que para muchos trabajos, por no decir todos, es muy útil y necesaria, que con eso si se nace.

Siempre va a surgir el típico usuario de las redes sociales que te puede tratar de argumentar que hay personas que curan y no tienen la carrera de medicina. Venga va, si hasta Harry Potter, que leemos que pese a sus habilidades mágicas mágicas tiene que ir a una escuela para aprender a controlarlas y mejorarlas. Que vemos como en los mundos de fantasía hay un proceso de aprendizaje en los que puedes tener la fuerza, pero necesitas a un yoda en tu vida para que te enseñe a manejarla y ¿seguimos pensando que el escritor se nace y ya está?

Para ser escritor tienes que tener hoy en día 9 pilares que sustenten tu obra, unos mas fuertes y otros tal vez más débiles porque nadie es completo en todos los conocimientos, y esos son: Literatura, Escritura, Ortografía y Gramática, Marketing, Edición, Diseño, Libro Electrónico, Blogging y Emprendimiento. Y si digo que unos serán más débiles es porque para nosotros, como escritores, lo fundamental deberían de ser los tres primeros, pero si vamos por la vida de Independientes, ya no nos podemos quedar ahí, debemos de conocer otros tres no para montar un sello editorial pero, por lo menos, para saber presentar, darnos a conocer con el marketing, blogging y emprendimiento y realizar una buena distribución. Y para que no nos estafen y sepamos que pedir en el caso de edición, diseño y libro electrónico. Que conste que esto no lo he sacado de ninguna chistera, que es algo estudiado por profesionales del mundo de la edición y del marketing digital, mundo del cual ahora mismo soy una alumna más.

No he encontrado todavía ningún autor reconocido que diga que su éxito se ha basado únicamente en la inspiración e, incluso, conozco a muchos que entraron en el mundo de la literatura, de una forma casual, eso sí, después de tener una buena mochila de aprendizaje a sus espaldas. Por lo tanto os animo que, si queréis entrar en este mundo, penséis que los que ya tienen experiencia y éxito y dan consejos de que el saber no ocupa lugar, no es por fastidiar sino que es por ir adelantando lo que, tarde o temprano, vais a descubrir aunque no sigáis el consejo.

Opinión

¿Autopublicación o autoedición? Las cuatro patas de mi banco.

Una cosa que tenía clara, desde el primer momento, es que no podía sacar un libro adelante sin la ayuda de personas con más experiencia que yo en este campo. Sobre todo si lo que quería era publicar algo digno y de calidad. Aún así, la manera en la que me puse en contacto con mi editorial lo dejaré para otra entrada, solo diré que lo que empezó siendo un contacto casual pidiendo información se ha acabado convirtiendo en casi tres años de relación muy enriquecedora y con un tercer libro preparado para entrar en el horno.

En cuestión de pocos años se ha abierto un melón impensable hace 20, ya que antes, el escritor que quería publicar, tenia pocas opciones a la hora de hacerlo. Aunque poderoso caballero don dinero, porque teniéndolo, todo era posible, y sacabas tu sello editorial como hizo en su día Virginia Wolf. Por lo tanto si no era ese tu caso, tenías que centrarte en editoriales y/o presentarte a concursos literarios.

Vaya por delante que en este blog y específicamente en esta entrada no doy consejos ni lecciones a nadie, es sencillamente mi manera de ver y analizar este mundo en el que empiezo a nadar como pez en el agua. Pero en el que, en un primer momento cuando me lancé a la piscina, entendí que la ayuda que necesitaba eran esas cuatro patas de banco que le dan título a mi post: edición, corrección, maquetación y portada y por supuesto con un buen respaldo que identifico con un continuo aprendizaje. Todo eso tenía que venir de alguien que ya hubiera llegado a la otra orilla y lo encontré en lo que también se denomina autopublicación cuidada. Dos palabras que vienen más o menos a explicar que aunque se conocen como editoriales de autoedición, son editoriales de autopublicación cuidada que editan y publican libros a autores encargándose de todo el proceso, aunque es finalmente el escritor quien sufraga los costes, por lo que hablamos de una autopublicación a nivel de financiación, pero no en cuanto al trabajo que debe realizar el autor. Este modelo de editorial pone a disposición del escritor, todo un equipo de personal cualificado para el registro legal, la corrección ortotipográfica, el diseño de cubiertas, la maquetación del libro, su impresión, distribución nacional e internacional y difusión y marketing de la obra. Aunque esto último, debido a mi formación previa, lo llevo personalmente.

Ser autopublicado no es lo mismo que ser autoeditado. Llegar a ser un escritor independiente reconocido, para mí, implica contar con un equipo de trabajo exigente, que vele por la calidad del texto y lo someta a las mismas etapas que atravesaría la obra en las editoriales tradicionales. Me apena mucho leer buenas tramas, en los cientos de obras autopublicadas que llevo leídas hasta ahora, y encontrar en algunas, fallos narrativos o de sintaxis y ortografía que, una buena guía y consejo, borrarían de un plumazo sin por eso perder frescura la narrativa del autor  y, a la vez, me alegro mucho cuando encuentro un autor que me llama la atención y veo como, desde su primera obra, va evolucionando y cuidando cada vez más su trabajo. Esos son los autores que suelo recomendar en mis redes sociales, porque son trabajos que valoran al lector que se  acerca a ellos y que luchan por aprender día a día de quien más sabe y les puede orientar.

Hay muchos escritores que alegan que ellos saben maquetar, corregir o hacer portadas. No me pagan para convencer a nadie, pero hay que ser humildes y reconocer que no debemos de ser como el maestro liendres que de todo sabe y de nada entiende, y que si este año se han presentado  para autopublicados, miles de libros, no me creo que todos esos autores sepan de lo necesario para presentar un libro de una forma profesional y, que eso, luego pueda repercutir en ventas. Puede haber alguno que dé el pelotazo sin tener esa experiencia, pero volvamos a ser humildes y reconozcamos que eso ocurre en contadísimas ocasiones y es como la leyenda urbana de los cocodrilos en las alcantarillas de Nueva York, siempre hay alguien que jura y perjura que ha visto uno.

Yo por si acaso lo tengo claro y busco a profesionales. Sé perfectamente que no todo el mundo se puede permitir el lujo de pagarlos, pero imagino que igual que vemos normal que llamen loco al que monta un bar sin tener nociones del tema, se puede pensar lo mismo del que ejerce de profesional sin serlo por tener unas leves nociones. La diferencia es que autopublicar en ciertas plataformas es gratis y montar un bar no,  y ya ahí entra el todo vale, pero desarrollar eso me parece que también lo dejo para otra entrada. Yo de momento me siento en mi banco con mis cuatro patas bien firmes, los columpios los dejo para otros menesteres.